Creo que como maestros en algunas ocasiones hemos utilizado las historias que sabemos sobre algún tema para interesar a nuestros alumnos. Si estuvieramos tratando el tema de la cultura apache en nuestro estado de Chihuahua considero que el siguiente relato pudiera ser útil. Recordemos que la narrativa es parte indispensable de la historia y si bien es cierto que en ocasiones no podemos corroborar los datos y personajes que ahí se mencionan, es parte de la historia oral o leyendas de los diferentes lugares.
Cuentan las gentes de antes que habìa un rancho llamado "El Tecolote", no era un lugar muy grande pero en el vivían algunas familias que se dedicaban a la crianza de ganado. Este poblado era blanco constante de ataques pora parte de indios apaches, llegaban por las noches, se adueñaban de los caballos, las reses, las provisiones y alimentos de los pobladores no sin antes hacer gala de su fuerza y violencia. Era tal el cansancio de los morantes del rancho El tecolote, que entre todos trazaron un plan para deshacerse de los abusos de los indios. Lo que acordaron fue poner gente a las afueras del poblado que estuvieran como vigías y avisaran a los habitantes del momento de la llegada de los atacantes, en las casas estarían prevenidos y lo que harían es cerrar las casas por fuera como si no hubiera nadie y se esconderían dentro de las casas. Llegado el momento, así lo hicieron, al llegar los apaches, se sorprendieron al observar el poblado como si estuviera desierto. No había gente, no había movimiento ni gritos de terror como en otras ocasionesm, no se escuchaba ni un solo ruido, solo el silvido del viento. Dentro de las casas sus dueños esperaban silenciosos. La ocasión de la última parte del plan llegó, uno de los indigenas intrigado por la ausencia de personas se asomó por una de las cerraduras de la puertas, no pudo ver nada pero sintió un dolor inaguantalbe, comenzó a gritar sin consuelo, buscando algo que le quitara el sufrimiento. Todos sus compañeros se asustaron y algún otro valiente intentó la misma acción y de igual manera resultó lesionado en uno de sus ojos. Los demás entraron en pánico pues al no ver a ninguna persona creyeron que las casas y el pueblo en su totalidad estaba maldito y que los espíritus lo protegían. Abandonaron desde esa noche al rancho El tecolote y nunca más volvieron a él. Los habitantes de este poblado desde esa noche pudieron vivir tranquilamente.
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